martes, 6 de enero de 2015

Letras sin sentido y un adiós sin motivo.


¿A qué huelen las despedidas? A nostalgia. Así cómo la lluvia. La lluvia huele a recuerdos, a melancolía. La lluvia se lleva consigo un poco del presente y te trae un cacho de pasado. La lluvia limpia. Y me tiene aquí tratando de escribir un texto sobre despedidas, y es que no sé si sea buena o mala para esto, el caso es que llegó el momento de despedirme de todo y arrancar para otro lado, otros aires, otra vida. Somos tan cobardes para despedirnos; Cómo si las cosas nos pertenecieran, y es que nada es nuestro, debería ser simple decir adiós, pero es que decirte adiós ese día me dejó en el suelo, y tú fuiste tan valiente, tan acertado, tan como si no hubieras sentido nunca nada. Sun is the same in a relative way but you're older. Nos hacemos viejos, el tiempo pasa, la gente se va, decimos adiós. Hasta pronto, hasta luego, hasta nunca ¡Chau! Que te vaya bonito. Y justo en ese momento la vida adquiere otro significado, se pone en modo disfrute, como si no hubiéramos podido disfrutar antes, pero es que esta vez sabemos que no volveremos a esto. O si, quién sabe. Estamos tan desconectados de todos y todo, pero al mismo tiempo tan cibernéticamente conectados, compartiendo enseñanzas y convirtiendo nuestra vida en un cliché espiritual barato donde en diez sencillos pasos encontrarás la felicidad, o el amor, o la paz. En donde caminamos con una mano por delante y otra por detrás. Y sigo divagando en letras sin sentido. Como la vida. And you run and you run to catch up with the sun but it's sinking. Adiós Buenos Aires. Despedidas reales a gente de verdad, momentos de verdad. Adiós y hola, qué tal, cómo estás. Tan absurdo como lo incierto, tan mágico como lo eterno, tan vago como el recuerdo. Soltar todo, absolutamente todo ¿Qué es todo? Nada, olvídalo. Quizás me complique la existencia yo sola, pero es que ¿A quién le gusta despedirse? No vuelve, nada vuelve. Y aprendemos que en el presente se vive, se disfruta, se ama y quien se distrae se pierde. Nos perdemos de momentos, de sonrisas y de gestos. Nos perdemos de alegrías, de locuras.  ¿Qué son dos años comparados con una vida? Y en realidad es relativo, pero aquí llegué muerta y me voy viva. Más viva que nunca. Y brindo por eso, porque las despedidas sean más lindas, porque no se nos olvide que cuando uno vive en el presente no hay falla, que no se nos olvide que nos despedimos todo el tiempo de todo ¿Y entonces? Entonces camina con atención, que esto no vuelve, que esto se pierde, que esto se va. Y es que parecemos mosquitos buscando luz. Buscamos la iluminación en todos lados y no nos damos cuenta de lo esencial de la búsqueda, vamos despidiéndonos de todo pensando que lo nuevo llenará huecos internos y no es así. Mira adentro; Bien adentro te digo. Piérdete en un lugar donde el tiempo no existe, porque en realidad no hay tiempo. Y tu realidad la creas tú y nadie más, y el amor, ay el amor. Tan lleno de ilusiones, de sonrisas, tan lleno de despedidas. Y un adiós más y me vuelvo de piedra. Y entonces vuelves a caer, y lo haces sin cautela. Tan típico de todos. Y es que ¿La cautela qué onda? Me estoy yendo. Me conecto y me desconecto, y les doy un texto tan efímero como esa lluvia que me trajo a esto, a querer calmar el mar que hay en mi cabeza para poder nadar en él, hundirme en él, disfrutar de él ¿No se trataba de disfrutar el momento? Es cansado, lo sé. Pero dale, hazlo que así duele menos un adiós. Y así dejas ir a la primavera con tanta paz que el invierno ni se siente. Y así sigues sintiendo la locura, la alegría de vivir, de dejarse vivir. Y es que hay que vivir, así sin más, vivir. Listo, era todo. 

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