viernes, 11 de abril de 2014

Share your spark


Para cuando me vine a Buenos Aires todas mis cosas estaban vendidas. Me había aprovechado de cualquier objeto que pudiera llamar "mío" para ahorrar la mayor cantidad de plata posible, comprar un vuelo a la Ciudad de la furia y subsistir por más o menos un mes. Vendí mi cama, los muebles de mi cuarto, mi ropa, y lo más doloroso, mis libros. Vendí mis zapatos, mis recuerdos y hasta mí tiempo trabajando de niñera con mis primas, organizando eventos y vendiendo brownies. En fin, movilicé todo a mí al rededor para poder volar.  Y lo hice. 

El día en que me despedí de mi gente en mi amada Morelia, todos me dieron un cachito de su corazón. Llevaba conmigo dos maletas de 25 kilos cada una, y un montón de cartas, fotos, libros, consejos, abrazos, besos y buenos deseos. Mientras iba en la autopista de Morelia a México, Df, leía las cartas como Magdalena en día hormonal; No paré de llorar en las tres horas de viaje. Es extraño porque generalmente soy buena para despedirme, pero esta vez era distinto porque estaba apostando todo por un país que ni siquiera conocía, y sobre todo estaba apostando todo sin ningún plan armado, cosa que me emocionaba demasiado pero también me tenía muerta de miedo. 

A la mitad del camino decidí sacar uno de los paquetes más grandes que me habían regalado, era el de mi amiga del alma, Iliana. Abrí la carta primero; La leí, lloré de nuevo y al final me invadió una hermosa sensación cuando sus letras me decían: "Nunca dejes de brillar, siempre comparte lo que eres, porque eres una luz que ilumina siempre". Cuando abrí el regalo me di cuenta que era una hermosa alcancía, hecha por ella, llena de amor, que tenía de un lado la frase "Share your Spark" y del otro lado una jirafa que decía "Be you". Esa alcancía viajó conmigo hasta Buenos Aires y ha estado siempre presente en las diferentes habitaciones en las que he vivido.

Como saben, el peso argentino está súper devaluado, así que las monedas y los billetes de dos pesos, comenzaron a acomodarse en mi nueva alcancía con facilidad. De un momento a otro se llenó. Cada vez que metía un billete o una moneda, pedía abundancia, viajes, estabilidad. 

Trabajé en un bar en pleno Microcentro como camarera; Cuando de un momento a otro decidí dejarlo justo al tiempo en que me mudaba de casa. Son esas decisiones abruptas que siempre me han caracterizado, saltar de un lugar a otro en un segundo, sin pensarlo mucho. Así que obviamente mi economía estaba por los suelos, tanto así que tenía justo lo del alquiler de la nueva casa y lo del taxi que me ayudaría a moverme. Además en el nuevo trabajo estaba en etapa de prueba, así que los días que trabajaba eran mínimos. Fue justo en este momento que aprendí dos cosas importantes que me hicieron más humilde; Saber lo que es pasar hambre y la importancia de tener una alcancía. 

Después de pagar el taxi a mi casa, dejé las maletas con una emoción que sólo sientes cuando empiezas algo nuevo. Admiré mi nuevo cuarto, agradecí profundamente al universo por todas las bendiciones y me dispuse a ir a recorrer el nuevo barrio, para conocerlo y para buscar algo de comer. Cuando súbitamente recordé que no tenía ni un peso argentino. Abrí la maleta y saqué la alcancía, tenía como 300 pesos que me permitieron comprar comida y obviamente cigarros. La cara de los chinos que me vendieron la comida cuando les entregué todas esas monedas fue sublime, era una mezcla entre agradecimiento y odio. Seguramente tuvieron cambio por muchos meses. 

La pobre alcancía quedó vacía, recordándome que compartiera mi chispa, pero al fin y al cabo estaba vacía. No perdí esperanzas. 

En el nuevo trabajo me llamaban cada vez con más frecuencia, así que rápidamente me repuse. Empecé como camarera, luego pasé a ser Bartender, después jefe de barra, y finalmente gerente del día. En el transcurso de ser jefe de barra a ser gerente, me volví a quedar en ceros. Acostumbrada a recibir un sueldo diario tuve que aprender a recibir uno mensual, y el mes apenas había empezado, así que me quedaban más o menos 30 días sin un peso, y con un alquiler que pagar. Esta vez aprendí que tengo que saber administrarme, pero igual me justifico en el hecho de que ahorrar en este país es más complicado que encontrarle sabor a tacos a las empanadas. Sin embargo, lo maravilloso de todo esto es que siempre me mantuve positiva, y además la vida siempre me mandó gente hermosa dispuesta a darme una mano y claro, tenía mi alcancía. 

La vacié con tristeza al ver que no estaba tan llena como al principio, y que ya no lucía tan nueva como cuando me la dieron. Se veía que estaba cansada de que la vaciara cuando se me pegara la gana y sobre todo que lo hiciera en momentos de desesperación. Me volvió a salvar, pude comprar comida para dos semanas, rellenar la sube (Tarjeta que paga el transporte) y comprar cigarros. Cuando menos me di cuenta ya estaba a principios de mes, y estaba recibiendo mi sueldo. 

Hoy la alcancía está medio vacía, pero cada vez que la veo me recuerda esos momentos donde al pasar hambre aprendes a ser más humilde, aprendes a valorar y aprendes a ser administrado. No he vuelto a vaciarla desde hace 10 meses. Sin embargo, cada vez que la veo, llena o vacía, me recuerda "Share your spark" y me doy cuenta que esta vida es así, con todo y todo, hay que siempre compartir la chispa, en las buenas y en las malas, hay que mantenerla encendida y contagiarla a los que se olvidaron de encender la suya. Así de simple, así de cursi.  














1 comentario:

  1. Tan sincera como la emocion que me diò leer esto. Eres, hermana, realmente alguien que admiro.

    ResponderEliminar