viernes, 24 de octubre de 2014

Hablemos de amor: Monólogo a ciegas.

El show comienza. 

El amor, cuatro letras, dos personas, muchos involucrados. 

Se abre el telón.

Miradas tímidas, suspiros, mariposas, sonrisas sin filtros, pensamientos repetitivos sobre un ser humano que apenas conoces. Besos lentos, rápidos, apasionados y deseosos de encontrar. Juego de manos, de dedos. Encuentros casuales que parecen lo menos casual. Disfrutes, volver a ser niños. Entrega, sentirse invencible, volver a creer.

Se cierra el telón. 

Fantasmas.  Miedos. Invitados impertinentes de nuestros pasados. Miradas temerosas de no ver la verdad. Dualidades mentales; Cerrar el pasado/Abrir el presente. Perdonar/Confiar. Olvidar/Recordar. 

Tras bambalinas se encienden las dudas, las mariposas revolotean incómodamente al rededor. Salir corriendo, soltar, querer soledad. Mejor no, mejor sí. Quiero, no quiero. Es hermoso pero odioso. Oscuro y luminoso, y a veces hasta inspirador. Quizás no sepa jugar a esto ¿Es un juego? Quiero jugar pero no sé cómo. Y luego te veo y suspiro, y me calmo, el mar se calma, llega la paz, la armonía y me dejo ser, pero te vas, o me voy, y me pierdo, la mente no me deja, los miedos. No quiero tener miedo. Prometí no tener miedo.

Palabras y lugares que ahora adquieren significados diferentes. Canciones llenas de emociones. El rosa se vuelve más rosa, el cielo más brillante y la vida, pues la vida sigue igual, sólo que quieres compartirla y la ves de colores; Azules, morados, verdes, sonrisas aquí, sonrisas allá, parejas con las que tienes algo en común: La cara de idiota. Y luego te miras al espejo y ves esa cara, y te asustas y tus pasos quieren retroceder un metro, o dos, o muchos años y volver a ese momento para recordar con sabiduría lo que aprendiste y no repetir, no lastimar, no lastimarte. Eternos monólogos con tu mente, con tu corazón, con tu parte más débil y con la parte más sabia. El cuerpo reacciona; Flotas, vuelas, se te acelera hasta la última gota de sangre que hay en ti. Se acelera y desacelera. Te confundes, piensas. Piensas demasiado. Y llega la hora del encuentro, lo miras, el miedo desaparece, y unas dos o tres palabras te llevan al cielo tan fácil como tu mente te llevó al infierno. Y sientes que todo está bien; Entonces mágicamente decides entregar, dar, amar, soltar, fluir, soñar, saltar de alegría, reír, besar sin confusiones y sin esperar. Presente perfecto, pasado cerrado, futuro... Que fluya. Fluyamos. Seamos agua, mar, ríos que se desbordan. Y luego hagámonos conscientes, toquemos el suelo sólo para retomar el vuelo. Sé más tú, yo seré yo. Prometo ser yo. Seamos; Simplemente dejémonos ser. 

Promesas intensas, ilusiones que alimentan al alma, los sueños, las ganas. Tus ganas, mis ganas, nuestras ganas de ser cada letra del amor. Palabras cargadas de sentimientos tan confusos y reales como la casualidad que te puso frente a mi, o me puso frente a ti, o no sé, pero nos puso de  frente y supimos, lo supimos claramente ese día, porque nos miramos y el universo se perdió. Sube y baja. Montaña rusa. Querer creer en la magia y cuando la encuentras, cuando te ves de frente con ella, cuando la descubres en un beso, en una caricia, en un abrazo, en un "Te extraño", vuelves a creer. La magia se vive sin miedos, bailando, celebrándola, entregándose. A ti, a él, al amor. Y es que al final nada existe, la nada es el todo, la magia está en todos lados y lo infinito es tan palpable cómo lo eterno. Y tus besos, ay tus besos. Y tu cuerpo, y tus ganas, y tus palabras, y tu piel, y todo Tú, y Yo...Yo estoy loca.

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